Sexualidad Jóvenes Cristianos: El sexo y los jóvenes
Si cuando yo tenía doce años alguien me hubiera preguntado si yo quería perQué está motivando que más y más jóvenes cristianos estén sosteniendo vidas dobles? Aún más importante, ¿qué pueden hacer los pastores, líderes de jóvenes, y adultos para ayudarlos a salir victoriosos de sus luchas constantes contra las conductas sexuales adictivas?
manecer virgen hasta casarme, habría respondido, «claro que sí».
A la edad de trece años, habría respondido, «creo que sí». Ya para los catorce años, habría respondido, «quizás». A la edad de quince años, mi respuesta habría sido, «no veo cómo eso puede ser posible».
Sí, en efecto mi inocencia llegó a ser solo una memoria aquel año. El sexo pronto se convirtió en un aspecto rutinario en mis noviazgos ?un precio que sentía debía pagar para recibir la atención y cariño que anhelaba. Yo tenía más de veinte años cuando entendí que yo era adicta al sexo y amor.
Mi vida privada era muy disfuncional, pero parecía que mi vida espiritual era funcional. Yo había crecido en la iglesia y era la presidenta de mi grupo de jóvenes. Organizaba muchas actividades para recaudar fondos para entidades benéficas y asistía a muchos conciertos. Aun con estas actividades e influencias cristianas, no recuerdo haber sentido mucha culpa ni remordimiento por llevar una vida doble. En ese entonces, el sexo no era un tema común de conversación entre los cristianos. No preguntábamos ni hablábamos sobre el asunto. Lo que yo no sabía no me producía ninguna convicción.
Las actitudes, sin embargo, han cambiado radicalmente desde que yo era una adolescente adicta al sexo en la década de los ochentas. Ahora las iglesias y grupos de jóvenes sí hablan sobre asuntos sexuales. Algunos músicos se han propuesto hacer que la pureza sexual parezca de moda. El movimiento True Love Waits [El verdadero amor espera] se ha extendido nación con mucha fuerza por toda la nación. ¿Quiere decir que las prácticas sexuales de los jóvenes han cambiado? Según una encuesta realizada a casi 600 jóvenes, «61 % de los que habían hecho un pacto de abstinencia lo habían violado en menos de un año. Del 39 % que afirmaron que no había violado ese pacto, más de la mitad de ellos confesaron que habían practicado sexo oral» (1) ¿Qué está motivando que más y más jóvenes cristianos estén sosteniendo vidas dobles? Aún más importante, ¿qué pueden hacer los pastores, líderes de jóvenes, y adultos para ayudarlos a salir victoriosos de sus luchas constantes contra las conductas sexuales adictivas?
Los pastores no pueden permitir que su temor a ofender a algunos estorbe la formación de muchos.Aceptar nuestro llamado al liderazgo
La iglesia está aprendiendo a hablar con más franqueza y honestidad acerca de los asuntos sexuales, lo cual es absolutamente vital. Pero en ocasiones algunos pastores son frenados en ese sentido por ciertos individuos que se resisten a que a sus hijos se les hable sobre sexo. Los pastores no pueden permitir que su temor a ofender a algunos estorbe la formación de muchos. A menudo, de manera respetuosa informo a los padres que en el grupo de jóvenes estaremos hablando abiertamente sobre asuntos sexuales. Les aseguro que no cuestionaré su decisión de no permitir que sus hijos asistan a estas actividades o retiros. Pero eso no significa que los padres deben respetar el hecho de que la iglesia ha recibido el llamado Dios a guiar a cada nueva generación a adoptar Sus estándares de vida, los cuales incluyen la pureza sexual.
Si usted encuentra resistencia en su iglesia cuando intenta hablar de temas relacionados con el sexo, le recomiendo que pase una encuesta informal y anónima a los adolescentes y jóvenes en su iglesia. Pídales que elaboren una lista de lo que ellos ven y escuchan en la cultura acerca del sexo y cuáles son las inquietudes personales que les gustaría que la iglesia respondiera. Recopile sus comentarios y preguntas y preséntalos a los padres y otros líderes de la congregación. Pregunte a estos líderes, «Si los jóvenes no encuentran en su iglesia respuestas firmes y verdades bíblicas acerca de la sexualidad, ¿de quién las van a recibir?, ¿de su escuela?, ¿de los otros jóvenes?, ¿de páginas de la Internet?» Sería ridículo que la iglesia, la portavoz de Dios, guardara silencio sobre estos asuntos mientras que los medios de comunicación saturan a nuestro mundo con imágenes sexualmente estimulantes.
¿Dónde está la victoria?
Las estadísticas muestran que aunque los jóvenes cristianos aprenden en la iglesia que necesitan vivir una vida de pureza, la iglesia no está enseñando eficazmente cómo lograrlo. He trabajado por quince años en el ministerio juvenil y seis años he enseñado en el ministerio Teen Mania (Manía de adolescente), si yo recibiera una moneda de diez centavos por cada joven cristiano que me confesó que era virgen solo «técnicamente», o que había caído en el hábito de «amistades con privilegios», yo sería rica.
Por si acaso estos términos le resultan novedosos, le explico. Ser técnicamente virgen significa que una persona reconoce que las relaciones sexuales prematrimoniales son una actividad prohibida, pero se permite concesiones en todo las demás prácticas sexuales íntimas, incluyendo la masturbación mutua y el sexo oral. Aunque no me gusta desanimar a los jóvenes en cuanto a su supuesta pureza, es necesario que les hablemos la verdad en amor. Puede ser que sean vírgenes (hablando en términos médicos), pero eso no significa que sean puros sexualmente. Uno puede permanecer virgen físicamente, pero a la vez se puede prostituir mental, emocional, y espiritualmente.
Una vez que un joven ha practicado todo, excepto el coito, no será necesario mucho esfuerzo para matar su conciencia y decaer un paso más. Una vez perdida su virginidad, es usual que los estándares sexuales caigan con rapidez. La moda de los «amigos con derecho» entre los jóvenes es un ejemplo perfecto. En lugar de ver el sexo como una expresión de amor entre los personas comprometidas en una relación matrimonial, la generación actual frecuentemente rechaza el romance y no está a la expectativa de alguna relación seria de cualquier tipo después de un encuentro sexual. Se entiende que ambos solo están en busca del sexo, y que una vez que han conseguido eso, se acaba la relación. Lo que causa, sin embargo, es cómo esta filosofía relacional ha resultado socialmente aceptable entre la juventud de hoy.
Una estudiante universitaria, Natalia, escribió en la columna «El sexo y la ciudad» del periódico de la universidad: «Luego de conocer a un hombre, las mujeres saben en menos de cinco minutos si se acostarán con él o no. Pero… las mujeres no quieren que el hombre se entere de eso hasta el momento en que lo están haciendo. Es después de eso cuando los hombres tienden a ser ambiguos [te ignoran]. Es su venganza. ¿Quieren hacerlo otra vez? No sé. ¿Quieren salir? No sé. ¿Son heterosexuales? No sé. ¿Nombre? No sé». (2)
Según un artículo de MSNBC, una encuesta a 555 universitarios reveló que 78 % de los estudiantes se habían acostado con alguien con quien no han cultivado una ninguna relación romántica y la persona media ha tenido 10,8 compañeros sexuales sin ninguna relación durante su estadía en la universidad. Si preguntara a cualquiera de estos estudiantes si son adictos al sexo, la mayoría le respondería lo que yo le hubiera contestado como joven adicta: «Claro que no. Puedo parar cuando quiera».
Una defensa más fuerte
¿Cómo podemos ayudar a los jóvenes a protegerse del pecado sexual? Hemos intentado con diligencia enseñarles cómo protegerse de la tentación de llegar a las relaciones sexuales íntimas con otra persona. Hemos enfatizado la virginidad física y la necesidad de esperar hasta el matrimonio para practicar relaciones sexuales, pero yo propongo que veamos el asunto con una perspectiva integral más amplia. Existen cuatro puertas por las que puede entrar el pecado sexual.
Imagínese que un asaltante desea lastimarle y usted está buscando dónde refugiarse. Usted ve un auto de cuatro puertas en la calle y se mete en él para protegerse. ¿Cuál sería la primera acción que la ayudará a evitar que el asaltante se entre? Cerrar todas las puertas con seguro. A menos que cierre con seguro las cuatro puertas en total no tiene sentido asegurar ninguna. Siembre habrá un punto de vulnerabilidad hasta que cada puerta esté cerrada con seguro.
Este mismo principio se aplica en la integridad sexual. Nuestra sexualidad no tiene que ver con lo que practicamos con nuestros cuerpos, sino con quiénes somos ?mente, cuerpo, corazón, y alma. A menos que guardemos cuidadosamente no solamente nuestro cuerpo, sino también nuestra mente, corazón, y espíritu, seremos vulnerables para las tentaciones sexuales.
No es simplemente que los cristianos deciden un día cometer un pecado sexual con sus cuerpos o convertirse en adictos al sexo. El pecado empieza en nuestra mente cuando permitimos que los mensajes del mundo infecten nuestros pensamientos hasta que nuestra visión espiritual se opaque. Nuestros pensamientos afectan nuestro corazón y los pensamientos distorsionados se desarrollan sobre creencias distorsionadas. De la abundancia del corazón habla la boca, y nos encontramos disfrutando de un juego divertido de coquetear inocentemente con alguien del sexo opuesto (o del mismo sexo en caso de homosexualidad.
Cuando la fascinación con esta persona se intensifica, empezamos a pensar que él o ella es el cumplimiento de nuestros anhelos. Si ponemos a esta persona en un pedestal más alto que el de Dios, se convierte en la idolatría espiritual. Entonces somos como una mariposa nocturna atraída por la llama, enamorada por su resplandor pero ignorante de su fuerza destructiva. Este fue exactamente el camino que seguí por el cual asfixié mi deseo de la edad de doce años de mantenerme sexualmente pura y por el que a la edad de quince años ya era una adicta al sexo. Debido a que yo no sabía cómo proteger mi mente, corazón, y espíritu de las relaciones inapropiadas, mi cuerpo pronto se convirtió en una víctima de mi guerra privada por la integridad sexual.
Guardar nuestra mente
En los correos electrónicos que Stephen Arterburn, Fred Stoeker, y yo recibimos de los jóvenes en respuesta a nuestros libros, La batalla de cada hombre joven y La batalla de cada mujer joven, era evidente que Satanás estaba atacando tenazmente la mente de los jóvenes. Cuando los jóvenes recuerdan los pasos que siguieron para compartirnos cómo empezó su batalla personal, con frecuencia remiten a su adolescencia cuando buscaban respuestas a sus inquietudes inocentes acerca del sexo y apropiadas a su edad. Debido a que los jóvenes de hoy frecuentemente temen que los adultos se aterren o saquen conclusiones falsas acerca de sus curiosidades sexuales, ellos usan la Internet para encontrar respuestas. Desafortunadamente, las respuestas que reciben en el ciberespacio no satisfacen sus curiosidades sexuales. Más bien, la llama se prende aún más porque sus curiosidades se despiertan en gran medida pero sin orientación. Considere estas estadísticas:
- La edad media en la que una persona está expuesta a la pornografía en Internet es once años de edad.
- Los consumidores más grandes de la pornografía en la Internet son los jóvenes de doce a diecisiete años.
- Noventa por ciento de los adolescentes de ocho a dieciséis años han visto pornografía en línea.
- Ochenta por ciento de los jóvenes de quince a diecisiete años han tenido múltiples exposiciones a la pornografía pesada.
- Treinta y cinco por ciento de la información que bajan entre sí (1.5 billones por mes) es pornográfica.
- Ochenta y nueve por ciento de peticiones sexuales entre los jóvenes ocurren en los cuartos de charla en la Internet.
- Veinte por ciento de los jóvenes han recibido una invitación sexual por Internet.(3)
La pornografía en la Internet y los cuartos de charla no son las únicas maneras que las mentes jóvenes están siendo atacadas. También tenemos que advertir a nuestros niños y jóvenes de los peligros de los programas de televisión, las películas, la música, las revistas, las novelas de romance, y otros medios de comunicación que pueden quitar la pureza sexual de su mente y llenarla de deseos lujuriosos. Si podemos parar las tentaciones sexuales de la mente, no tendremos la necesidad de preocuparnos que nuestro corazón, espíritu, y cuerpo cedan a la tentación. Pero si no obtenemos éxito en mantener pura nuestra mente, nuestra batalla se intensificará.
Guardar nuestro corazón
Los pastores probablemente han predicado muchas veces sobre Proverbios 4.23. «Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida». Pero la mayoría de los jóvenes no pueden entender lo que esto significa. De hecho, también resulta difícil para muchos adultos entenderlo y aplicarlo con constancia. Guardar el corazón pareciera ser un asunto gris sin ninguna pauta blanca o negra. Entonces, hemos usado colores para caracterizar los asuntos en La batalla de cada mujer joven usando el modelo de un semáforo que ilustra los tres diferentes niveles de la conexión emocional. Usando este modelo, podemos ilustrar dónde nuestros corazones pueden IR (los niveles de luz verde), cuando necesitamos REDUCIR la velocidad y tomar precauciones (los niveles de luz amarrilla), y cuando necesitamos PARARNOS (los niveles de luz roja).
Los niveles de luz verde de la conexión emociones incluyen atención y atracción. Ya que Dios nos creó como seres sexuales, es natural que ciertas personas llamarán nuestra atención y que nos sentiremos atraídos por ellas. Cuando los jóvenes experimentan esto, suponen incorrectamente que están enamorados, o que son culpables de desear a esa persona. Para evitar que Satanás atormente a los jóvenes con culpa falsa, necesitan entender que sentirse atraídos por otra persona es natural y normal, aun sentir una atracción por otra persona después del matrimonio. No dejamos de sentirnos atraídos por otras personas aun si ayunamos y oramos por veinticuatro horas o si colocamos un anillo de boda en nuestro dedo. La atracción se acaba con nuestra muerte. Sentirnos atraídos hacia otros es parte de la vida ?un aspecto que no nos puede controlar a menos que nosotros lo permitamos.
Los niveles de luz amarilla de la conexión emocional incluyen el afecto, la excitación, y el cariño. Cuando una persona se siente atraída por otra persona como una pajera potencial, surge la necesidad de expresarle afecto. Existen maneras saludables de manifestar afecto (como una palabra positiva, una palmada amistosa en la espalda, o acciones bondadosas), y también existen maneras poco saludables (como un comentario coqueto, una mirada provocadora, o un toque inapropiado). Ayudar a los jóvenes a discernir cuáles son las expresiones apropiadas e inapropiadas de afecto les ayudará a cultivar amistades saludables y a evitar que se involucren en actividades sexuales por falta de una mejor manera de expresar su afinidad el uno hacia el otro.
Una vez que dos jóvenes están involucrados en una relación romántica, es normal que se sientan emocionalmente excitados el uno por el otro y que después de un tiempo se sientan emocionalmente encariñados el uno con el otro cuando su relación sigue creciendo. Despertar la necesidad de rendir cuentas a adultos responsables y enseñar límites físicos seguros en las relaciones ayudará a los jóvenes a controlar sus emociones en lugar de permitir que sus pasiones se conviertan en sexuales. Mi consejo práctico sobre cómo definir los límites en un noviazgo es este: La pareja no debe participar en ninguna actividad física con la que no sentiría cómoda llevándola a cabo enfrente de sus padres.
Los niveles de luz roja en la conexión emociones incluyen el enredo amoroso y las adicciones. Un enredo amoroso emocional empieza cuando uno busca una relación más íntima y exclusiva con alguien con quien no debe cultivar una relación romántica (por ejemplo, una persona casada o alguien que tiene autoridad sobre su vida como un pastor, maestro, o alguien mucho mayor). Frecuentemente estas relaciones surgen como un enamoramiento, y los líderes normalmente las descartan como algo poco importante. Sin embargo, es necesario confrontar estos deseos inapropiados. Si no se controlan, tales deseos pueden dirigir rápidamente a adicciones emocionales porque las personas sienten que no pueden controlar de quién se enamoran o con quién se involucran sexualmente.
Guardar nuestro espíritu
Si quita las conductas externas de un adicto al sexo o al amor, encontrará un espíritu idolátrico. Este espíritu idolátrico nos hace creer que nuestra satisfacción se puede encontrar en las relaciones terrenales. Después de varios años de matrimonio, me quejé con Greg, «Tú no satisfaces mis necesidades emocionales». Yo estuve pensando en dejarlo para salir al encuentro del amor que pensé que merecía.
Pero Greg podía ver mis necesidades a pesar de mis debilidades y él me habló la verdad en amor. Me amonestó, «Shannon, tienes un pozo profundo lleno de necesidades emocionales. Hasta que empieces a buscar a Dios para satisfacer tus necesidades, no encontrarás nada que yo ni cualquier otro hombre puede hacer para satisfacerte».
Aunque la verdad me dolía, no la podía negar. En todos mis años de promiscuidad, ningún hombre me pudo satisfacer. Pero, ¿podría Dios satisfacer los anhelos de mi corazón? Después de seis meses de consejería, oración intensa, y estudio de la Biblia finalmente pude arrepentirme de mis patrones relacionales adictivos. Yo reconocí que Jesús no solamente era mi salvador, sino también el amante de mi alma. Finalmente pude someterme a él como el Señor de mi vida.
Anime a los jóvenes a leer el libro de Oseas. Los adictos al sexo y al amor pueden reconocerse a sí mismos en la persona de Gomer. Es posible que hayamos sido infieles en el pasado, pero el Señor sigue siendo fiel para sacarnos de nuestro egoísmo y nuestras búsquedas relacionales dañinas para que él nos pueda desposar a sí mismo en «justicia, juicio, benignidad y misericordia» (Oseas 2.19). Abrazar a Jesús, entender qué tan preciosos somos para él, y reconocer que nadie puede tomar su lugar legítimo en nuestro corazón es el mejor remedio contra cualquier adicción de esclavitud.